Durante la guerra del salitre, más conocida como guerra del pacífico, fuimos ayudados por un mini batallón compuesto de alrededor de 1500 chinos que se rehusaban a combatir con armas. Algunos chinos destacaron por su valentía y salvajismo.
Indagando por distintas fuentes, por ejemplo, no es de sorprenderse que el general Patricio Lynch se haya comunicado con la comunidad china sin problemas en ese entonces ya que un par de años antes participó en la guerra del opio en Hong Kong.
Una famosa canción de "Los cuatro cuartos" llamada "los chinos del cerro azul" narran que cortaban cabezas y se comían los riñones de sus enemigos con palillos de marfil.
Citamos parte de la letra aquí:
¡A cortar cabeza diablo!
Gritaba Leotàn Sin-Shin.
¡A cortar cabeza diablo!
Gritaba Leotàn Sin-Shin.
Y a comele los liñones
con palillos de malfil.
A comele los liñones con palillos de malfil.
Todo comienza en San Pedro de Lurín, en Perú, cuando el ejército de Patricio Lynch encuentra varias fincas de caña de azúcar abandonadas por sus patrones y que sólo estaban habitadas por culíes chinos que vivían en condiciones de esclavitud.
Una vez que los chinos fueron liberados ellos mísmos juraron defender la patria chilena ante su dios "Kuong Kong" ("Guan Yu" en mandarín) haciendo un ritual sanguinario. Más de 1500 chinos se sumaron a las filas para ayudarlos en la guerra.
El historiador peruano Humberto Rodríguez P. citado por la notable historiadora Celia Wu Brading ha escrito : "Los culíes suponían que los chilenos los liberarían de su situación de semi-esclavitud y el ejército chileno a su paso por los distintos valles -Chincha, Cañete, Asia, Mala, Chilca y finalmente Turín- fue incorporando a sus filas a los chinos que fugaban de las haciendas (…) A pesar que es bastante difícil precisar cifras para estos instantes, hay quien supone que los chilenos llegaron a reunir a cerca de dos mil chinos voluntarios de los que habían fugado de las haciendas (…) Las tropas extranjeras en su objetivo de tomar Lima acantonaron en Turín y en Pachacamac con el afán de recuperar bríos y coordinar con otras divisiones. Los chinos fugados iban con ellos. La oficialidad chilena organizó a los orientales en el batallón ‘Vulcano’. Espontáneamente surgió un dirigente chino que adoptó el nombre de Quintín de la Quintana –curiosamente el dueño de la hacienda Huamaní de Ica llevaba similar nombre-, este dirigente reunió a los chinos fugados y en la hacienda San Pedro de Turín los hizo jurar lealtad (…) Cuando se dieron las batallas sucesivas de San y Miraflores; los voluntarios orientales jugaron importante papel haciendo de guías, actuando de zapadores, como enfermeros, empuñando las armas abandonadas, destruyendo las tapias, etc. y pusieron en todo ello el cariño y la lealtad del voluntario (…) Por ello, los soldados peruanos guardaron profundo odio a los chinos (…) Durante el mismo verano de 1881, poco después de las batallas de San Juan y Miraflores, en el valle de Cañete se produjeron desórdenes ocasionados por pobladores pobres de este valle que tuvieron apoyo de montoneros peruanos dirigidos por el Coronel Noriega.
Concluida la guerra, Quintín Quintana continuo prestando servicios, esta ves en la policía de Santiago, específicamente en su Sección de Pesquisas, donde llego a ser un personaje siempre vestido de levita, guantes, bastón y elegante sombrero de pelo.
Hay varios proyectos audiovisuales que intentan ahondar en algunos hechos de la guerra del pacífico pero en este anécdota es un poco más difícil encontrar. E incluso se pretende reflejar en videojuegos.
En el blog de Soul Battery se publica en extenso parte del proceso de producción del juego, desde el trabajo de diseño hasta la investigación de lo que fue el conflicto durante los años 1879 y 1883.
Por otra parte existe un registro de un proyecto de título de un alumno de animación digital donde narra parte de estos hechos en forma de ficción.
¿Y tú, te animas a investigar mas a fondo?
Fuente: https://www.flickr.com/photos/28047774@N04/8483568528
Fecha de post: 05-04-2016